Paseando por Quebec

Nuestra siguiente etapa del viaje nos llevó a abandonar el Canadá anglófono de la provincia de Ontario para entrar en el francófono y visitar la ciudad de Quebec en la provincia homónima.

El día del cambio de alojamiento entre Hay Lake y Quebec fue de esos en los que solo teníamos que conducir sin tiempo par hacer paradas intermedias solo para descansar, nos esperaban más de 700 km bastante tormentosos.

Nos levantamos y recojimos bien temprano y llegamos a Quebec a media tarde. Tras alojarnos en el Auberge du Littoral, a las afueras de la ciudad nos fuimos a estirar las piernas y cenar en la ciudadela de Quebec.

La ciudad de Quebec es la capital de la provincia del mismo nombre y su centro histórico es un recinto amurallado declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1985. Además es la única ciudad fortificada del norte de América (excluyendo México).

En Quebec, la mayoría de la población es francófona  y cuesta encontrar  gente que hable inglés aunque muchos los entienden.

Cansados como estábamos de todo el día en coche, decidimos visitar solo la «Haute-ville», como llaman a la zona que rodea la ciudadela (aún en uso) y conocer la parte más antigua y curiosa de la ciudad.

Entrando por la puerta de Saint Jean (una de las 4 de la muralla) se accede a un entramado de callejuelas llenas de restaurantes y tiendas que van guiándote hacia la catedral de la Notre-Dame de Quebec, el imponente Château Frontenac, un antiguo castillo convertido en hotel de lujo que domina la colina y «vigila» el río Saint Laurent (en inglés St. Lawrence) y la Terrasse Dufferin, una terraza de madera asentada sobre las excavaciones arqueológicas del viejo castillo y con vistas al río.

Todo el paseo es muy bonito, se van sucediendo placitas con artistas callejeros, escuchamos country, jazz y varios cantautores, vimos malabaristas y acróbatas… y muchos templos y plazas que recuerdan más a antiguas ciudades europeas que a americanas.

Las vistas desde la terraza Dufferin, salpicada de bancos y glorietas y ambientada por los músicos valen mucho la pena para sentarse a descansar y contemplar el río y el castillo. Como es habitual, os dejo algunas fotos de este paseo: